viernes, 21 de enero de 2011

Contigo...

Querido mío, aquí estoy contigo;   tan lejos y tan cerca, tan tuya y tan de nadie, tan absurda e incoherente, pero contigo. Te abrazo tan fuerte  deseando adherirme lo poco o mucho de tu dolor, hacerte el camino menos pesado, el agua salada resbala por tus mejillas, se abren espacio entre esa barba tuya de tres días.

 Te miro y remiro, siento que mi alma se parte en mil pedazos, detesto verte triste, verte llorar, esas lágrimas huerfanas, doblemente huerfanas mi cielo.

 Me quedo en tu desespero, en tu tristeza, en tus gritos al vacío, en mil maldiciones contra la muerte esa misma tan sarcástica y nauseabunda, tan de todos y tan de nadie, tan cobarde e inoportuna, tan jodidamente ella, tan jodidamente muerte.

Me quedo contigo ojos de luna, contigo apoyado en mi hombro llorando tus melancolías, me quedo en tus manos aferradas a las mías, me quedo en silencio y contigo amor, con tu duelo de perder a la gran señora que te dio la vida.

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