miércoles, 27 de abril de 2011

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Mi intuición ya no me sorprende, me avisa a gritos que ése silencio no es más que un intento de abandonarlo todo o arriesgarlo todo. Cada uno en un debate continúo de pasado y presente, de armar con minuciosa cautela el rompecabezas de ayer o borrar de un soplido los planes y los logros del ahora.

Pasan los horas, los minutos... y los segundos me sorprenden con un ardor irreversible en la boca del estómago, en la espera del desesperado, con la compañía de dudas acariciando a certezas observando celosamente el último cigarrillo de la caja con la razón de vacaciones... y las jodidas ganas de verte.

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